lunes, 10 de junio de 2013

Orgullo de Colimba

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Cuando existía era el terror de cualquier muchacho, una espada de Damocles que pendía sobre nuestras cabezas y que podía interrumpir nuestros proyectos y nuestras vidas por uno o dos años, alejarnos de nuestros seres amados, para propinarnos una tortura física y mental que se suponía un rito de masculinización totalmente necesario.
Y aún así, en las tardes soleadas de mi infancia los mayores sacaban a relucir un millón de anécdotas sabrosas, muchas de ellas producto del sufrimiento compartido a tal punto de forjar una amistad inquebrantable entre jóvenes que apenas se conocían. Anécdotas en donde la viveza criolla salía a relucir como defensa ante el abuso y el abuso se convertía en disparador necesario para cada aventura.
Eran cuentos atesorados con tanto cariño que uno no llegaba a entender como una experiencia traumatizante como el Servicio Militar podía dejar tan dulce sabor de boca.
Todos atesoraban fotos en pose de vencedor que habían enviado a sus novias y madres. Se los veía sonrientes, felices de haber sobrevivido algo, y extremadamente unidos con sus camaradas bajo la presión ejercida por la bota que los forjara como hombres en un rito que existe en casi todas las naciones.
Aveces pienso que nos vendría bien que la purretada hiciera un servicio militar adaptado a los tiempos que corren, no me diga que no. Al menos aquellos que no quieren estudiar ni buscar un trabajo. Yo los metería en las Fuerzas Armadas y les enseñaría un oficio para que puedan llevar adelante su vida, y si les puedo inculcar algo de respeto y responsabilidad ya me daría totalmente por satisfecho. Ni le hablo de alejarlos de la droga y la delincuencia..
Lamentablemente ahora podrían llegar a tildarme de "facho" o "Nazi" tan solo por recordar que la función del Servicio Militar, no era la de fabricar un colimba, sino una persona de bien, sana y dispuesta a servir a la sociedad como un integrante útil.
Hay dos variantes que suelen traducir el vocablo "Colimba": unos dicen que deriva de las actividades Correr - Limpiar - Barrer mientras otros le atribuyen un pequeño cambio en la letra B: Correr - Limpiar y Bailar, siendo esta última una imagen que se refiere al "baile" que solían pegarle a la muchachada en forma de ejercicios y labores que terminaban extenuandolos.
Pero la razón de este mote es tardía y expresa la decadencia de la institución una vez que desvirtuados sus principios originales, se convirtió en un método para destruir la individualidad del civil devenido en soldado por un período escaso de tiempo.


El concepto comenzó a gestarse en las últimas décadas del siglo XIX, una etapa de nuestra historia donde finalmente  se consolidó la organización nacional luego de arduas guerras civiles. Las elites gobernantes vieron la necesidad de construir las bases institucionales, jurídicas y administrativas del país y definir las matrices sociales, políticas y culturales que configuraran las identidades, los roles y los valores para todos los ciudadanos.No alcanzaba con la educación pública ya que por aquellos años el 78 % de los varones mayores de 14 años era analfabeto y faltaba un trecho largo para que las mujeres pudieran acceder a algo más que las tareas del hogar.

Casi inmediatamente, a comienzos del siglo XX, el auge inmigratorio se convirtió en un tema que hacía necesaria la integración cultural y formal del ciudadano llevando a cabo, para ello, una indispensable  educación basada en la inculcación de valores, el desarrollo de hábitos y actitudes y la imposición de roles. En ello, ya no sólo la escuela desempeñaría un papel fundamental sino que también se pensó en la instauración del Servicio Militar Obligatorio (SMO).


Durante el curso del año 1901, se debatió y aprobó en el Congreso la ley orgánica del Ejército, propuesta por el poder ejecutivo y preparada por el ministro de guerra Pablo Richieri. Los fundamentos básicos del SMO eran que:
“[...] las fuerzas de la nación la constituyen el pueblo mismo, obligado a armarse en defensa de la patria, es decir, sus milicias, más un pequeño núcleo de fuerzas permanentes organizadas y mantenidas [...]” Palabras del senador Carlos Pellegrini durante el debate parlamentario.
La Ley 4301 establecía que debían cumplir servicio los ciudadanos argentinos o naturalizados que contaran con 20 años de edad. Recibirían instrucción por un período de entre 18 y 24 meses.
Como en cualquier ejército, una vez que el joven ingresaba a los cuarteles para cumplir con el SMO, se lo aislaba por un buen tiempo de la sociedad civil con la finalidad de lograr su despersonalización y transformarlo prontamente en un ser disciplinado, que ejecutara órdenes sin pensar en la justicia o la conveniencia de las acciones que se le ordenaban. Estas actitudes estaban de la mano con las ideas de jerarquía –las fuerzas armadas tenían una organización eminentemente verticalista- y respeto por la disciplina en el interior de la fuerza.


A los conscriptos se les exigía involucrarse con los valores militares: subordinación, valor, disciplina, lealtad; vestimenta impecable; respeto a la autoridad de los superiores, porque la jerarquía era el instrumento de legitimación de las órdenes, por más irracionales que éstas fueran; importancia del grupo como cohesionador ante situaciones extremas, sobre todo para enfrentar a los enemigos internos o externos; castigo ante los casos de indisciplina.

Sin embargo, en una sociedad como la de aquella época, era indispensable cumplir funciones que no existieron hasta muy entrada la actividad de Eva Perón; los jóvenes que llegaban al SMO no solo eran mayormente analfabetos, sino que nunca habían visto a un médico en su vida y presentaban casos de enfermedades endémicas y desnutrición.
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El ejército se encargaba de alfabetizar a aquellos que no habían accedido a una escuela y se los trataba de sus enfermedades generando estadísticas médicas que tardarían muchos años en llegar a contar con los casos que afectaban a las mujeres.
No sería hasta los campeonatos EVITA que se desarrollarían nuevas estadísticas y a edades más tempranas.

Muchos intentan desacreditar la función del Ejercito como elemento de formación social, pero siempre se trata de un mismo problema, evaluar o juzgar acciones del pasado con la vara de medición de una sociedad evolucionada durante varias décadas.

Que el SMO halla llegado a caer en situaciones denigrantes para con los conscriptos es más comprensible si se tiene en cuenta que no fue evolucionando con el tiempo y en que se basa en la obediencia absoluta como condición de guerra. Digamos que nadie se pondría a explicarle a un soldado porque tiene que avanzar hacia su propia muerte, se lo debe condicionar para avanzar sin más. Triste pero parte de una situación de conflicto que seguramente no fue buscada.


Como forma de insertar a los conscriptos en la vida militar, sus superiores se referían a la sociedad civil y a las actividades desarrolladas en ella en forma despreciativa, casi de la misma forma en la que lo hacen los políticos o el poder judicial. De alguna manera, ese desprecio se trasladaba a los conscriptos porque sólo lucirían temporalmente el uniforme militar. Además, como en todas las Fuerzas Armadas del mundo, consideraban que en las cuestiones castrenses los civiles no tenían espacio, es por ello que dentro de la fuerza, la vida se desenvolvía a partir de las reglas impuestas por ellos mismos, tal como si fueran una sociedad dentro de otra sociedad, es decir, con alto nivel de autonomía. Un ejemplo de ello, era la posibilidad de contar con su propio Código de Justicia que establecía la pena de muerte; juicios en los que el acusador era juez y parte y donde los acusados no podían tener un abogado sino ser defendidos por un oficial en actividad. El Código era una instrumento más de poder de los superiores hacia los subalternos.


La sociedad percibía a los militares como un factor de dominación y disciplinamiento social debido, en gran parte, a su desempeño autónomo respecto de los demás resortes del Estado. Era común que el método pedagógico más utilizado en estas instituciones fuera la aplicación del castigo físico.
Lo que sucede en los cuarteles no está al margen de la sociedad civil y tiene importantes consecuencias en el desarrollo de la vida democrática. Es por eso que las enseñanzas, métodos y prácticas que se lleven adelante en esas instituciones deben estar en consonancia con los postulados de la Constitución Nacional y con lo que establecen los tratados internacionales a los que la Argentina adhiere.
Conscriptos que pasaron por este tipo de formación y que tuvieron una escasa instrucción militar fueron a luchar contra los ingleses en Malvinas y demostraron ser superiores a sus propios mandos.Y aunque muchos representantes de Derechos Humanos se razguen las vestiduras, si se hiciera retroceder el reloj hasta encontrarnos con las batallas libradas por nuestros supuestos próceres, veríamos que aquellos que lucharon no pasaron momentos mejores. Es la ley del gallinero, donde el de abajo siempre es el que termina malogrado y si el destino, Dios no quiera, nos llevara a un enfrentamiento armado para defender nuestra patria, hoy día deberíamos acudir como civiles sin instrucción de la misma forma que nuestros antepasados del siglo XIX, pero sin la posibilidad de poder volver a casa en una sola pieza.
El Servicio Militar sigue vigente pero de otra manera, ya no obligatoria. Lo invito a interiorizarse en la propuesta del Servicio Militar Voluntario que está actualmente en vigencia, porque, mediante un decreto del Poder Ejecutivo, el 31 de agosto de 1994 se derogó el SMO y se implementó un sistema de voluntariado rentado (Ley 24.429/95).

Habrá sido una buena idea? o se debían hacer ajustes para mejorar el antiguo y aprovechar esa fuerza para construir carreteras, viviendas, enseñar oficios o ayudar en emergencias y catástrofes?


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