lunes, 29 de noviembre de 2010

La otra historia / Parte II

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Una historia real vale por mil palabras.
En la década del 70 en Argentina existían varios grupos que proponían la subversión  y posterior sedición del orden institucional. Casi todos pretendían instaurar en su reemplazo un régimen de tipo comunista. El gran problema con que se encontraban a diario consistía en que los ideólogos de estos movimientos y la tropa circundante eran generalmente universitarios descendientes de familias de buen pasar y que tal vez por moda o por rebeldía contra padres peronistas o gorilas adoptaban el estandarte rojo como ideal a seguir.
La realidad pronto les demostró que ellos mismos eran el motivo de su escasa llegada al pueblo. El obrero promedio los rechazaba por identificarlos, justamente, con  lo que la masa obrera despreciaba más: la oligarquía imperante.
El método de llegada para superar este escollo no fue para nada novedoso ni imaginativo, pero requería de cierta entrega e idealismo por parte del ejecutor. Los cuadros medios y bajos, ya adoctrinados y con el bagaje intelectual universitario a cuestas, debían mezclarse subrepticiamente entre el pueblo y así ganar su confianza y poder sembrar la semilla de la sedición. Cientos de sociólogos, psicólogos y demás especialistas terciarios involucrados en estas organizaciones, buscaron trabajo como peones y obreros para así poder hacer escuchar el discurso, ganar adeptos y fundar células independientes, enquistadas en el núcleo del pueblo trabajador: las fábricas.
Llegó un momento a finales de 1975 que casi toda fábrica argentina contaba con una célula extremista en su interior mediante la cual se llegaban a pactar mejoras de todo tipo, bajo amenazas de escarmiento sobre la familia de los directivos de las mismas si no se cumplían sus reclamos. Un tipo de gremialismo mafioso recién estrenado, pero que aun no parecía terminar derivando en hechos sangrientos.
Nuestro relato se centra en una fábrica totalmente nacional, del capitalino barrio de Constitución, que contaba con una pequeña célula extremista dentro de ella. Se suponía que la misma correspondía al ERP o Ejército Revolucionario del Pueblo y que estaba formada por trabajadores comunes, torneros en su mayoría, que hacía más de un año eran adoctrinados por un sociólogo encubierto como obrero, de apellido Alonso. Todos sabían de su existencia y a la vez nadie podía asegurar si realmente eran peligrosos o meros idealistas.
En la misma fábrica se había contratado un servicio de vigilancia "privado " pero dependiente de Policía Federal, ya que todo el personal provenía de ella. Recuerdo haber ido de visita y escuchar al vigilante decirle a su compañero -tranquilo, viene dulce- Cosa que, pude saber luego,  en lenguaje policial significaba que estaba a la vista que no portaba armas.
El más grandote de ellos era el "Perro Varela" del que nunca pude saber si el apodo impuesto se debía a su fiereza o a un pequeño colmillo desviado que parecía hincarsele permanentemente en el labio inferior. El Perro, como le decían para abreviar, era el típico bocón que goza haciendo ostentación de sus actos. Hacía lo que le gustaba y disfrutaba al contarlo a los cuatro vientos. Todos sabían que cuando su UHF hacía ruiditos los viernes por la tarde, El Perro debía agarrar su Dodge 1500 naranja y enfilar hacia la provincia de Tucumán, por entonces foco del núcleo subversivo. Él le decía a quién quisiera escucharlo "Nos vamos de procedimiento" y se iba. El martes por la mañana estaría de regreso, fresco como una lechuga y excitado por aventuras que nunca dejaría de contar cuando la ocasión lo permitiera.

-...le tiramos la puerta abajo y el muy hijo de puta se había disparado por la de atrás. El Goyo me dió la voz de aviso y salí a correrlo. Era rápido el muy hijo de puta. Saltó una medianera, se escuchaban los perros que se lo querían comer, Yo salté detrás. Se había pasado al fondo de la casa siguiente por un hueco en el ligustro, lo seguí como una sombra. El Goyo me cantaba mas o menos y yo le hacía caso, pero al rato lo perdí, está gordo y seguro no pudo seguirme. En la última medianera me paré en seco. No sé, algo como un instinto me avisó que el hijo de puta estaba del otro lado esperando. Me trepé por el lado más lejos y donde estaba más oscuro, y lo vi que el puto de mierda me estaba apuntando. Me la daba seguro. Me tiré como venía y mientras me caía le empecé a vaciar el cargador de la nueve. ¿Viste en las películas ? Así, parecía el 007. Lo hice concha al pelotudo. Todavía debe estar tirando sangre....-

Por cada muerto en procedimientos al perro le correspondían seis meses de recuperación con goce de sueldo, de allí que pudiera tener el trabajo de vigilancia sin perder el de la Federal. Seis meses, mas seis meses, mas seis...
El Perro y sus compadres sabían que Alonso (el sociologo) había armado algo adentro. Los tenían en la mira pero pensaban que eran pichones y que les venía bien seguirles el rastro para ver si aparecía alguien  más grande detrás. Eso nunca pasó, el sistema se soportaba gracias a que las células desconocían la existencia de otras y de que los jefes nunca se hacían ver.
El Perro mientras tanto contaba sus anécdotas a voz en cuello y para quienes quisieran o no escucharlas. Se quedaba fuera de horario y usaba las agujereadoras de banco para perforar las puntas de sus balas e incluso a algunas intento rellenarlas de mercurio y sellarlas con lacre. Por aquellos tiempos se las llamaba Dum Dum y al hacer impacto en un cuerpo producían una fragmentación que multiplicaba el daño exponencialmente. No lo ocultaba, por el contrario se ofrecía para enseñarle a quien quisiera sus dotes en la mecánica de la muerte.
Un sábado mientras paseaba en auto por ese barrio, vi varios móviles policiales rodeando un cadáver acribillado que aún permanecía caliente. Era El Perro Varela.
Se había quedado como todos los sábados hasta que llegara el sereno, Don Tito, y asumiera el rol de vigilante de una fábrica vacía por el resto del fin de semana. Había caminado casi una cuadra desde el viejo portón de chapa hasta donde hoy se eleva la autopista 25 de mayo, casi esquina Hornos. Por Hornos debió ver venir un Peugeot 504 marrón, con el techo corredizo abierto y  con una muchacha de pelo rojo y rizado de no más de veinticinco años asomada en él, que lo miró con desprecio mientras apretaba el gatillo de una ametralladora corta. Lo cosió a tiros en poco segundos. No atinó ni siquiera a tocar la empuñadura nacarada de su nueve milímetros que ya estaba llegando muerto al suelo.
Alguien había escuchado suficiente de sus aventuras.
El lunes por la mañana llegaron dos camiones completos con 48 soldados y cuatro cuadros mayores. Realizaron la redada en la pequeña fábrica, ya sabían a quien buscar. El Perro había dejado sus informes de inteligencia. Doce torneos mecánicos, un capataz, once obreros (entre los que no estaba Alonso pues no había vuelto a trabajar), una secretaria de gerencia y el sereno de ochenta años, Don Tito, que según informes había "marcado" la salida del Perro al tocarse la visera de la gorra dos veces.
En total fueron 26 las personas que se fueron esa mañana en los camiones del ejército.
Amanecía 1976.
Nunca más se las volvió a ver. Vivos o muertos.
Familiares, compañeros, directivos de la empresa, todos juntos y durante varios años siguieron cuanto camino resultara posible para ubicar el paradero de esa gente querida que siempre considerarían inocente.
Pero nunca se supo nada más.
Allí aprendí que los monstruos existen en ambos lados; en quienes me amenazaron de muerte en aquellos años y en quienes terminaron asesinándolos.
Taluego.

Esta historia es completamente real. Los nombres han sido cambiados, principalmente porque no los recuerdo con claridad.

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Pero no olvide mencionar la fuente.
NINGÚN TEXTO ES ANÓNIMO.

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El artículo La otra historia / Parte II fue publicado por OPin el lunes, 29 de noviembre de 2010. Esperamos que le sea de alguna utilidad o interés. Gracias por su visita y no olvide dejar su comentario antes de partir. Hasta el momento hay 10 comentarios: en el post La otra historia / Parte II

10 comentarios:

  1. Era exactamente asì.

    En la Facultad tambièn. Estaban los "zurdos" que reclutaban pelotudos.

    Y estaban los "servicios", que hacìan informes sobre quien se juntaba con ellos.

    Todos hacìan como que estudiaban, pero siempre estaban en segundo año.

    Y todos sabìamos quienes eran!!!

    que tiempos!

    Tipos como este perro, conocì varios. que peste.

    Un abrazo.

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  2. Don Gaucho. Vio que interesante. Yo lo tenía todo borrado de la mente y me costó muchísimo recordar cada detalle. Lo que pasa es que después pasaron muchas más cosas que ya contaré y es como que lo nuevo fue borrando los detalles de las tragedias anteriores.
    Tenemos que armar un grupo de "recordadores" para que no se pierdan los datos entre tantas mentiras. Digo, así no tenemos que reinventar La Vuelta de Obligado o la Batalla de San Lorenzo ¿no?
    Un abrazo grande

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  3. En referencia a un comentario mío anterior, decirle que no exagero cuando plasmo con un puñado de letras lo que usted me transmite. Si no lo hago, reviento… y no es bueno dejarse cosas dentro, cosas que pugnan por salir y agradecerle a los cuatro vientos lo que su dicción es capaz de enseñar, mostrar y solucionar en cuanto a dudas históricas, políticas, sociales, deportivas, etceterales.

    Hoy, con su texto, me sucede lo mismo. Procuraré ser más preciso… más escueto… que no se me note mucho. Digo que no se me note mucho el entusiasmo por lo que me enseña a golpe de texto. Porque sí, si una historia real vale más que mil palabras, un derrame de lecciones con las que nos agasaja vale más que mil y una historias. Así de cierto, así de simple.

    Unas veces vengo y tras leerlo le comento ipso facto. Otras, sin embargo, es empezar a leerlo y necesitar decirlo lo bien, lo mejor, lo tal y cuál de la frase que me ha conmovido. A veces imprimo sus textos y los mojos en el café de mis ojos. Y mi mirada, con su punto, es capaz de recorrer sus intrincados caminos, los intrincados caminos de su vasto conocimiento. Otra vez así de cierto, otra vez así de simple.

    Y estoy de acuerdo con lo expuesto, al final, porque no se conoce verdugo que no se hay convertido en víctima. O viceversa…

    Hoy, también, su lectura me ha estremecido. Y como lo de allí sucede en todas partes, sólo tengo que felicitarlo por saber contar las cosas como son, o como han sido…

    Mis felicitaciones.

    Mis abrazos, amigo.

    Mario

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  4. OPin siempre tan certero, sin vueltas para contar una historia.
    Yo viví en esos tiempos con edad suficiente, y puedo asegurar que así eran las cosas.
    Me acuerdo que transcurría el '78 con muchos parciales en la UBA y muy poco dinero en los bolsillos, así que me quedaba hasta muy tarde en la biblioteca estudiando. Habia dos problemas: los "de izquierda" que ponían su propaganda en tus libros SIN TU PERMISO poniendo en riesgo tu vida y los "sevicios de seguridad", que en alguna hora del día interrupian nuestra lectura, tomaban el libro y revisaban minuciosamante las hojas y su contenido. Aún recuerdo la respiración de estos tipos en la nuca vigilando el contenido de mi estudio, mientras intentaba concentrarme. Era la rutina de todos los días del año. Si me plantaban un "panfleto" yo me lo tenia que sacar de encima como una papa caliente, a toda costa debia evitar que me lo encontraran los servicios de seguridad, porque por menos de eso podía ser "chupada". En esa época, a todos nos revisaban los bolsos cuando salíamos y cuando entrábamos a la facultad. ¿se acuerdan?

    Después conocí al quien años después seria mi esposo con el perfil de revolucionario que usted OPin describe perfectamente.

    Pero la gente cambia, los tiempos cambian, los ideales a través de la vida de una persona cambian.
    Muy lejos quedó el muchacho aquel capáz de morir por los ideales como muchos otros. Hoy es empresario y capitalista.

    Un abrazo
    Maria del Carmen

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  5. Don Mario. Siempre es un gusto leerlo a usted, pues adicionalmente a su gentileza y buena disposición para conmigo, vislumbro a una persona que mediante la lectura sabe involucrarse en las realidades más lejanas y ejercer el duro oficio del observador empático.
    En días donde es cada vez más difícil encontrar lectores que comenten con el nivel y la educación de quienes engalanan mi blog, usted se ha ganado un sitial ad eternum aquí por su constancia y equilibrio.
    Por ello le agradezco este comentario en un tema que a muchos les crearía algún tipo de escozor y a usted solo le incrementa la inventiva.
    Un abrazo para usted, socio.

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  6. Doña María de Carmen. Me alegra que este post sea el disparador de otros recuerdos. Es necesario que todos pongamos nuestro granito de arena para mantener el equilibrio que hoy falta en estos temas.
    Muchos han pagado con la pérdida de su libertad el abuso ejercido por estos "idealistas" de oportunidad que "plantaban" documentos incriminatorios en gente inocente. Es bueno recordarlo pues lo hacían con total mala fe. Ellos sabían lo que nos esperaba.
    Por otra parte al final de su comentario hace referencia a su esposo (supongo por el contenido que "ex") y me ha hecho recordar a varios idealistas que lo eran mientras sus seguidores fueran quienes pagaran con sus vidas el arrebato. Me recordó a Firmenich y muchos otros, quienes, más temprano que tarde, se fugaron hacia Europa en primera clase a costa de la vida de sus compañeros y fueron más tarde, empresarios, políticos profesionales o profesores de Economía en Cataluña.
    Siempre exitosos pero caminando sobre los cadáveres de inocentes o amigos.
    Le mando un gran cariño y siempre es un gusto tener comentaristas como usted.

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  7. Sabe socio? no solo le agradezco toda la información que voy almacenando de sus conocimientos, tambien le felicito por lo bien que lo cuenta,porque ya es dificil que te resulte amena una historia que desconces, y ud. lo consigue rotundamente.

    Cariños y admiración.

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  8. Doña Noah. Una alegría que venga a acompañarme por estos escabrosos rincones de la historia y que logre transitar mis garabatos como si fueran letras organizadas en forma coherente.
    Hoy en día valoro cada una de sus palabras del pasado porque han sabido confirmarse en la actualidad. Su blog es un lugar de aprendizaje constante (aunque yo odie la poesía).
    Así que soy yo quien agradece que comparta sus conocimientos conmigo, aunque usted no sepa a ciencia cierta, de cuales le estoy hablando.

    Cariños tremendamente grandes para usted y es un orgullo tenerla aquí comentando.

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  9. Me ha encantado la entrada, el blog, y todo lo que he visto. Me he perdido y casi me voy sin dejarte comentario porque no encontraba donde hacerlo. Menos mal que soy cabezota y no desisto facilmente aunque si que lo hice una vez anterior.

    Espero encontrar el camino la siguiente vez que te lea.

    Felicidades por este rincón y otro que también ví.

    Un abrazo en la distancia

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  10. Doña Mati®: Que placer que no haya cejado en su intentos para comentar. Usted tiene razón, mis blog se convierten en laberintos donde las cosas resultan difíciles de encontrar. Supongo que pronto solucionare el problema, pero el blog sule representarnos.
    Ojala no la defraude y la vea nuevamente por aquí. Le doy mi más cálida bienvenida.

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