jueves, 23 de octubre de 2014

El último soldado muerto en la Primera Guerra Mundial

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Es un muy dudoso honor ser el último en algo, pero peor es ser el último y además de eso sufrir los embates de los norteamericanos para hacerse de todos los rubros de la historia.
La paz que puso final a la Primer Guerra Mundial tuvo como característica predominante la puntualidad de los horarios en que entraría en vigencia. Si bien se firmó a la 5:00 de la madrugada, el armisticio de Compiègne comenzaba a regir ese mismo día 11 de noviembre a las 11:00 del mediodía. Una gran cantidad de horas que sin duda tentarían a los combatientes a mantener sus posiciones , tomar una siesta matutina o esconderse bajo tierra hasta que aclare. Sin embargo cuentan que en esas pocas horas se registraron cerca de 11.000 bajas ente muertos y heridos. Y hasta el día de hoy se sigue disputando el dudoso honor de haber sido el último muerto de una guerra que se llevó cerca de 1 de cada 8 combatientes, un promedio de 6 046 hombres muertos cada día en los cuatro años que duró la guerra.
La versión europea (y la más creíble) cuenta que cuando solamente faltaban dos minutos para las once, el dudoso honor lo tuvo un soldado canadiense del 28º Batallón de Infantería de Nueva Escocia, llamado George Lawrence Price, nacido en Nueva Escocia, Canadá, y con residencia en Moose Jaw, Saskatchewan, hasta que fue reclutado a finales de 1917. George servía en la Compañía A del 28º Batallón, cuando el 11 de noviembre de 1918 formó parte de una avanzada para tomar la pequeña población de Havre. Cuentan que se agachó para tomar las flores que le ofrecían unos niños y que como gesto de confianza se quitó el casco; momento que fue aprovechado por un francotirador alemán para volarle la cabeza. Aunque otras fuentes hablan de una bala en el corazón.


En esos últimos instantes, a lo largo de todo el frente occidental, soldados y oficiales de ambos bandos permanecían impacientes con el reloj en la mano, esperando nerviosamente que las manecillas alcanzaran las once. Durante el último minuto, un silencio expectante cubrió todas las trincheras.

Nadie se atrevía ni siquiera a pronunciar una palabra, quizás por temor a atraer una última y fatídica bala. Cuando las agujas de los relojes marcaron por fin las once, un inusitado clamor surgio de toda la línea del frente, desde la cordillera francesa de los Vosgos hasta el canal de la Mancha.

En la retaguardia, a decenas de kilómetros de distancia, llegaron los gritos de alegría de los soldados de primera línea. Posteriormente, algunos compararán lo que escucharon ese día con el de un lejano susurro que llegaba desde el horizonte; era el esperanzador sonido de la ansiada paz. Un sonido que el soldado George Price no alcanzo a escuchar.

Pero la versión norteamericana intenta posicionar a un héroe propio, convertido post mortem en sargento y cuyo nombre era Henry Nicholas Gunther.


Gunther fue alistado en septiembre de 1917 y enrolado en el regimiento 313°, el cual tenía el apodo de "Baltimore´s own" este fue parte de la brigada 157° de la 79° división de infantería. Como un sargento suplente él era responsable del vestir de sus unidades militares, llegando a Francia en julio de 1918 como parte de las fuerzas expedicionarias americanas. Una crítica carta a casa, en la cual él reportaba sobre las miserables condiciones en el frente y avisaba a sus amigos que trataran de todo para evitar que fueran enrolados. Esta carta fue interceptada por el censurador. Como resultado, fue degradado de sargento a soldado.
La unidad de Gunther, la compañía A, arribó al frente el 12 de septiembre de 1918. Como todas las unidades en el frente de Meusee-argonne Offensive, estuvieron enredados en un conflicto la mañana del 11 de noviembre. Como dijimos el armisticio con Alemania fue firmado a las 5:00 am, pero solo empezaría a funcionar a las 11:00 am. El escuadrón de Gunther se acercó a un bloqueo de dos ametralladoras alemanas en la villa de Chaumont-devant-damvillers. Gunther se alzó contra las ordenes de su sargento y amigo más cercano, Ernest Powell, y cargó con su bayoneta. Los soldados alemanes, conscientes de que el armisticio tomaba efecto en un minuto, intentaron avisarle a Gunther, los alemanes dieron uno o dos tiros al aire, pero cuando él estuvo lo suficientemente cerca de las ametralladoras, le dispararon y murió instantáneamente.


El general John J. Pershing´s mencionó al día siguiente que Ghunter fue el último americano muerto en la guerra y así prefirieron que fuera de allí en adelante, no solo el último americano, sino el último soldado. El ejército de manera póstuma le restauró el grado de sargento y lo premió con una citación divisional por gallardía en acción y con la Cruz por Servicio Distinguido (Estados Unidos).
La disputa no puede ser más ridícula. Mientras George Lawrence Price fue declarado muerto a las 10:58, Henry Nicholas Gunther lo fue muy convenientemente a las 10:59.
Faltaría detectar si entre las 11.000 bajas restantes no habría alguno fallecido a las 10:59:59 y así tendríamos cartón lleno y un ganador de tan dudoso honor.
Elija usted a quién le cree.

Taluego.


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